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Terapia protónica


Un protón es una partícula con carga positiva que se encuentra en el núcleo de un átomo. Los protones que se utilizan en la terapia protónica derivan de la separación de un átomo de hidrógeno de su electrón. Cuando los protones interaccionan con los electrones en los átomos de las células cancerosas, transmiten energía a los electrones, lo que hace que salgan del átomo y sufran una serie de interacciones (fenómenos ionizantes) que causan daños en el ADN de las células cancerosas.

La lesión del ADN destruye funciones celulares específicas, que incluyen la capacidad de dividirse o proliferar. La capacidad de las células cancerosas de reparar la lesión molecular suele ser inferior a la de las células de los tejidos normales. En consecuencia, las células cancerosas acumulan daños permanentes y se produce la consiguiente muerte celular. Conforme muere la célula, así lo hace el tumor.

La radioterapia tradicional afecta a todo lo que se encuentra en su camino, por lo que los médicos tienen que limitar la dosis administrada en el tumor con el fin de reducir al mínimo la lesión del tejido sano adyacente. Con la terapia protónica, el haz se acelera hasta energías específicas que determinan la profundidad en la que los protones corporales depositarán su máxima energía.

 

Los protones entran en el organismo con una dosis baja de radiación, que aumenta cuando el haz se ralentiza en el interior del tumor diana indicado, hasta que al final se detienen los protones. En comparación con un haz de rayos X, un haz de protones tiene una “dosis de entrada” baja (la dosis aplicada desde la superficie de la piel hasta el frente del tumor), una dosis alta diseñada para abarcar todo el tumor y carecen de “dosis de salida” más allá del tumor. El efecto combinado es una mayor precisión a la hora de actuar sobre el tumor con una dosis más potente de radiación. La exactitud de la terapia protónica para administrar tratamiento ronda aproximadamente un milímetro.

 

Tecnología de haz fino (pencil-beam)

La tecnología de haz fino (pencil-beam) tiene la capacidad de tratar los tumores más complejos, al tiempo que deja intactos los tejidos sanos y estructuras críticas. Unos potentes imanes dirigen miles de haces ultrafinos de protones desde múltiples direcciones hacia el tumor, lo que crea una “U” alrededor del tejido sano y evita totalmente las zonas vulnerables durante el tratamiento. La planificación compleja del tratamiento permite que los protones depositen su potente dosis de radiación en las dimensiones exactas del tumor. Se reducen los efectos secundarios frecuentes tras la radioterapia y se preservan los órganos sanos porque la radiación se limita al tumor.